Una de las mayores causas de infelicidad de los hombres ha sido el enaltecimiento del presente y la desestimación del pasado. Quizá nada produzca más dolor que ser un fue, como creo que escribió Quevedo mucho antes de que los españoles horteras aprendieran su equivalente inglés y dijeran de alguien que es un “has been”.
Todos conocemos ese “riesgo”, pero casi nadie se resiste a correrlo. Pocos son los que, ante un giro favorable de la fortuna, han decidido rehuirlo por si acaso les llegaba un revés más adelante. Todos tenemos la esperanza de que el primer giro dure, y aun se eternice, y algunos viven a partir de entonces con la perpetua angustia de que se les cambie el viento.
Lo curioso de nuestra época es que, sabiéndose todo esto como se sabe desde hace siglos, nada se haya hecho para paliar esos desgarramientos y ansiedades, sino todo lo contrario. Lejos de intentar los hombres apreciar cada vez más lo habido y estar contentos con lo que la fortuna les otorgó durante un periodo de sus existencias (cuando a la mayoría no les otorga nada, desde su nacimiento hasta su muerte), se les ha acentuado la sensación de que lo que no es, no ha sido...
Quizá nada produzca más dolor que ser un fue / La perpetua angustia de que se les cambie el viento / La sensación de que lo que no es, no ha sido... Mi pregunta, sin respuesta, de si esto es una condena elegida o de si, quién sabe y por qué no, hay cerdos -aunque sean pocos - que sí saben disfrutar de las margaritas.
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Palabra del día: PEDIGRÍ
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